jueves, 13 de septiembre de 2007

Tela negra, huesos y la mente.

Hola gente,

Ultimamente pienso bastante en la muerte, no en mi muerte, aunque a veces si, sino en la muerte de todos, la que nos espera, la protagonista solitaria de tantas conversaciones plagadas de preguntas al aire, con el viento mudo como única respuesta certera, y con el torrente de la imaginación como millones de probables.

Baricco dice que poner un nombre y morir es lo único verdaderamente sincero que se hace en la vida. Me pareció destacable.

Osho casi me invita a tener ganas de morir, que incluso morir ha de ser una celebración, y me facilita muchas respuestas pero...

...pero falta convicción, es decir que no vale leer cualquier cosa, escucharla o aprenderla sin más, y apreciarla solo en su sentido teórico... no? Leer algo y pensar en que feliz debe ser este tipo si piensa esto, muy bien muy bien, que tipo mas listo, cerrar el libro y volver a lo gris.

Cuando nos roza la vida, no queda lugar para las consideraciones débiles, el dolor es tan descomunal que nos puede turbar el futuro, en ese momento son emergencia los pensamientos claros acerca del verdadero ocurrir en el fin de la vida... en realidad yo diria que son necesarios cada día, pero puede provocar pereza empezar a pensar algo diferente?


A menudo no se distinguir qué muerte me acosa más, la mía o la de mis seres queridos.

Vaya! No quería ser deprimente pero para que no lo sea hay que tratarlo con cierta naturalidad, creo. De todas maneras es algo de lo que, como el amor, nadie se escapa.

Un beso enorme a todos, acá, allá, a todos, dulcearoma preguntándole a las nubes.