lunes, 8 de octubre de 2007

Un invierno como una ola

Hola,

comenté en el anterior post acerca de Tania y Ricardo, que también son por extensión sus hijos Andrea y Yuri.

Son ese tipo de personas que ayudan a reafirmar los caminos alternativos, a endurecer la fe del que descubrió y sabe que hay un camino prediseñado, del que surge un fuerza de succión, la inercia de la sociedad, un camino que engloba incluso la vejez y que está lleno de papeles a firmar y sugerencias que obedecer, un camino del que huir.

Son mentes que navegan por dentro, son libros de infinitas páginas, ojos que miran la cielo, gente que da, teniendo o sin tener, es gente que cuando te quiere, te sonríe incluso desde el infierno, que que traza su propio camino, a pesar de cualquier pesar y la calma es su mejor posesión,
gente con la que no te queda más remedio que escuchar y aprender.

Y con todo esto, allá tras la nieba se viene el frío duro a paso lento... casi puedo escuchar sus pasos, tras él viene el hielo tumbado sobre el asfalto, se acercan las madrugadas heladas y mis orejas empiezan a temer.

Lo tengo delante como el bañista que de pronto descubre, por la sombra, una ola de 5 metros, demasiado cerca para huir, demasiado lejos como para no ser consciente.


Un beso, dulcearoma sin saber de qué habla exactamente. Saludos!