miércoles, 16 de noviembre de 2005

La venganza del cappuccino


He de confesar algo.
Me solicitan cientos de cafés al día, entre ellos, cappuccinos, resulta que donde yo trabajo vamos algo así como que a destajo y no se hacen "mariconadas", así que cuando nos piden uno de estos ponemos cara de circunstancia y decimos "cafe con leche!".
Algunos se lo toman con resignación y rapidamente comprenden que no es caro porque sea bueno sinó porque es un aeropuerto, y aceptan el café con leche con una desanimada sonrisa. Pero otros. Ay los otros! se mosquean y te contestan o con incredulidad o con soberbia y altaneria casi con desprecio diria yo... en fin, miseria y ser humano, que ridícula distancia!
Esto, a mi por lo menos, me pone de los nervios y a veces hasta de mal humor y así he desarrollado un irracional odio a todo aquel que me pide un cappuccino, oigo esa palabra y encendido de ira me giro y digo en voz alta y clara "nada de cappuccinos! cafe con leche!!!" y sonrio regocijandome en el poder, el otro se queda con dos palmos de narices.

Es asombroso cuán dulce es la anecdótica crueldad a veces.

Lo mejor de todo es que por las tardes, en la escuela de idiomas, tomo el peor cappuccino del mundo en una maquina que tan solo me exige 45 centimos. Bebiéndolo me acuerdo de todos los que me lo pidieron por la mañana y a los que dije que no. Sonrio, sonrio muy ampliamente.

Jajajajajajajjajaaj!

Saludos!!!!!! Juan Pablo (con un cappuccino sobre la mesa)